20 dic 2018

LA NOCHE QUE LO CAMBIÓ TODO

Hola, ¿estás ahí? Sólo faltabas tú.

Se acerca la noche mágica. Que partió la historia en dos: antes de Cristo y después de Cristo. Merece la pena echar un vistazo a esas viejísimas páginas de la Biblia que cuentan algo tan simple como la historia de una joven pareja de recién casados urgidos por la administración del reino de Palestina que les obliga a salir de viaje, a empadronarse en Belén por el censo ordenado por el emperador Augusto, cuando ella estaba a punto de parir. Qué desafuero, qué cosa tienen los políticos. Y pasó lo de siempre, que estaba todo hasta arriba y no había sitio en la posada. Y para colmo María rompió aguas y estaba con las contracciones. Qué angustia, qué lío…y entonces alguien se apiada y les deja el establo, y hay paja y calor de bueyes y ella tan práctica, se las arregla allí para parir. 

Había pastores allí esa noche, durmiendo al raso y alguien les dijo que pasaba una cosa muy rara con un niño, que era distinto, que había puesto muy nervioso al rey Herodes, que fuesen a verlo. ¿Y cómo iban a verlo? Si esos no eran de Belén…venían de lejos, de Nazaret, eran forasteros y es que estaba la ciudad llena de forasteros esos días…Los forasteros nunca se sabe, no son de los nuestros…vete tú a saber qué costumbres tienen…encima estos inmigrantes ni tenían casa, refugiados, y ya ves…con una mano delante y otra detrás…unos sin techo…qué forma de nacer…como para fiarse. Aquellos pastores cotillas y recelosos no eran muy distintos de ti ni de mí…habría alguno ambicioso deseoso de algún rebaño propio que lo independizase del amo de turno, otros tunantes, bebedores, de los que se gastan cualquier ahorro y enfadan a la mujer; seguro que alguno perdía una oveja de vez en cuando. 

A estos pastores, de repente, en mitad de la noche les llega la noticia del parto extraño; lo que faltaba, como si no tuviéramos bastante y se van para allá, curiosos al establo de los inmigrantes, y conocieron a una familia de inmigrantes, pacíficos y alegres, llenos de sabiduría  y de eso que llaman santidad. La Biblia no nos cuenta nada de lo que fue después de esos pastores, los primeros periodistas de la noticia más importante de la historia. 

Pero aquella noche lo cambió todo, porque por una vez, la esperanza no dependió de las propias fuerzas, de la capacidad de éxito, la fortuna o el esfuerzo por enmendarse; por primera vez, la esperanza dependió de algo ajeno, de la sonrisa de un bebé en un pesebre que les hacía inexplicablemente felices; que les hacía reconocer que lo importante era ser amados…

Que nos pase así algo a nosotros, que salgamos y entremos en el corral de gente extraña, que no es de nuestra tierra, que no tiene nuestro acento ni nuestra forma de hacer las cosas y que mirando a esos distintos porque la vida no es un accidente sino una promesa cumplida;  para pobres y ricos, para reyes y pastores, para profesores y alumnos, para ti y para mí….FELIZ NAVIDAD.

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